viernes, 19 de agosto de 2011

De yerba y agua


Todo empieza con una frase: "Poné la pava". Comenzó la reunión, traigan los bizcochitos que ahí viene el mate. Empiezan las conversaciones, las discusiones, las anécdotas (no sabés lo que me pasó ayer!) y las confesiones, cuando quedan muy pocos y si el clima se pone íntimo.
En esas ocasiones, dicen que no hay mas verde que la yerba, porque se quiere oír y uno no se atreve a mirar a los ojos. También hay cosas que solo se dicen una vez, cuando el agua está en el punto justo y el universo alrededor se desvanece. Es una eternidad en los segundos que uno tarda en cebar, es una pausa, una excusa perfecta para ocupar las manos en algo y que se vaya el temblor de los dedos. Hay tanto en juego, tantos futuros posibles, recién imaginados, que dependen de saber calcular el momento preciso, la temperatura justa, la cantidad de yerba exacta. Porque si de golpe se tapara la bombilla, y se cortara el ambiente, podría arruinarse todo, podría quedar la charla por la mitad, como una astilla a medio sacar.
Es en esos momentos en los que uno entiende lo delicado de la situación: En esas ocasiones, tomar mate es una cuestión de vida o muerte.