domingo, 30 de enero de 2011

El hombre del Faro II

Desde las alturas se veían las nubes, se veía el mar y las puestas de sol. Era muy dificil no maravillarse ante la belleza de ese paisaje. El hombre del faro no era la excepción, amaba realmente el paisaje que contemplaba todos los días.

La península en donde se sostenía el faro era una tranquila playa en la que las olas, chocando contra las rocas, ahogaban el sonido del viento. Incontables veces bajó él a pasear por la arena en sus horas de descanso, disfrutando del buen clima a veces y caminando de puro gozo, bajo la lluvia, otras.
No culpaba él a su destino, que le había permitido, a modo de consuelo, tener esas sencillas alegrías.

¿Podría hacer tenido otra vida en otro lugar? ¿Acaso tener familia o hijos? Tal vez, pero era tarde ya para arrepentirse, pensaba.
Siempre había elegido lo que a su juicio era lo mas conveniente para sí mismo, de manera que esa vida que llevaba era, seguramente, la mejor de las posibles. Quería creerlo, pero no estaba completamente seguro.

Algo que el hombre del faro no sabía, es que el mundo había olvidado su existencia por completo. Los hombres se preocupan solo por los asuntos que requieren atención urgente, y como el faro funcionaba sin problemas gracias a su cuidador, nadie se acercaba hasta allí ni hacía pregunta alguna sobre el viejo edificio.

miércoles, 26 de enero de 2011

Pleno vuelo

Ella era como la mas hermosa de las aves, exhibiendo orgullosa su plumaje en la copa del árbol mas alto del bosque. Una hechicera de gorjeo anaranjado que embrujaba a quien oyera su voz. Y como todas las de su género, poseía una llave capaz de abrir cualquier corazón, que usaba según su voluntad.
Yo caí por ella como tantos otros: Canté a sus pies con mi alma de gorrión bajo la sombra del verano sin saber que el amor era para ella un juego, que por supuesto, siempre ganaba.
Respondió a mi devoción con dulces promesas, en las que creí ciertamente. Luego, me abandonó.

Mucho tiempo la esperé, escribiendo versos y pintando su rostro en cada nube. Sufrí mucho también, en las noches que la luna me traía su recuerdo plateado. Mi canto se hizo triste al tiempo que la juventud se volvía opaca en mi plumaje.
Cuando la volví a ver, su belleza y su gracia no habían disminuído, sino todo lo contrario: parecían aventajar a la mismísima primavera. Su melodía era mas intensa que antes y su vuelo era tan suave que parecía hecha de algodón. Mi alma herida suplicó por su amor, pero solo me dió tibias esperanzas antes de marcharse por segunda vez.

Me aferré a no olvidarla y anduve tras su aroma por cielos tormentosos. Si alguna vez me le acercaba, no parecía notarlo, jamás me miraba. Pero al alejarse, elevaba su celestial trinar como invitándome a seguirla.

Había vivido yo bastante desde el día en que la había visto por primera vez, y algunos pensamientos florecían en mí: quizá todo en ella fuera ilusión, pensaba.
Quizás nunca me amaría, quizás bajo sus alas blancas no había más que dolor...

Quise entonces abandonarla, escapar para no volver, pero su intuición fue más rápida: Supo que estaba a punto de perder la partida y jugó su carta maestra: sin previo aviso, me besó.
Me besó con toda la potencia de su sexo y su juventud, me llenó con su espíritu azul y me hizo olvidar con un solo gesto cuanto había sufrido por ella: No pude evitar amarla una vez más.

Yo aturdido, ella, elegante, fina y mas radiante que mil soles, se elevó sin mirar atrás, como lo había hecho siempre, su perfecta silueta recortada contra el celeste del cielo. Entendí que el alejarse de mí estaba en su naturaleza, y que yo, fiel a la mía, la seguiría hasta el fin del mundo.

viernes, 21 de enero de 2011

El hombre del faro I

En un lugar muy al sur del mundo existe una persona que vive en un gran faro. Su tarea consiste en preservar el funcionamiento de la luz para que las naves que circulan puedan divisar la costa a tiempo. No hay, sin embargo, un puerto en esas latitudes, y ningún barco se detiene jamás.
Así transcurren los días para el hombre del faro… para su propio disfrute ha decorado el interior del edificio donde pasa la mayor parte del tiempo barriendo o mirando el mar. De tanto observar el horizonte ha desarrollado vicios de poeta, y las conversaciones con el atardecer han prendido en él algunas dudas.
Se pregunta si alguna vez alguien vendrá a relevarlo, o si alguien, en el momento que la luz del faro finalmente se apague, sentirá las ausencias como las siente él, con cada ola que golpea contra la costa.

lunes, 10 de enero de 2011

Bajo Tierra

Cavaba el enano, siempre hacia abajo, enamorado como estaba de la madre tierra. Creía él que la encontraría con cada terrón que quitaba de su camino.

Se abría camino en larguísimos túneles, con el sudor corriéndole por la frente. Lo había hecho por tanto tiempo que las estrellas habían envejecido junto con él en su ilusión.

Cavaba en un profundo silencio y en una total soledad. No desconocía que, aunque tuviera éxito, no habría nadie allí para felicitarlo. Al mismo tiempo, si algo le pasaba, nadie lo socorrería.

Aún así, perseveraba sin dejarse vencer por estos funestos pensamientos…

Un buen día, durante un derrumbe inesperado, el enano encontró a su anhelada amante: Ella era el origen mismo de la vida, el vientre materno húmedo y cálido que tanto había buscado.

_¿Por qué te esforzaste tanto en venir hacia mí? Le dijo ella con voz suave. El mismísimo sol habría estado a tu alcance si en lugar de cavar hubieras apilado piedra sobre piedra.

_El sol es hermoso, pero su luz no me seduce, contestó el enano.

_¿Y qué te seduce? Preguntó ella quitándole algo de tierra de los hombros

_Tú y tu forma tan femenina de ser. Solo eso.

_ ¡Gracias!, exclamó un poco conmovida. ¡Que amable!

Guardó silencio unos segundos, pensativa. Luego agregó:

_Desde hace mucho que te observo y me encantaría que te quedaras conmigo, pero no es posible: acá no hay aire que puedas respirar, dijo mientras lo acunaba dulcemente

_Lo prefiero, antes que vivir sin ti, susurró finalmente el enano, aferrándose a ella un poco más.

viernes, 7 de enero de 2011

Antes de leer este blog

Este blog funciona como recopilador de cuentos y como proyecto de tesis de la carrera de Artes Plásticas de la UNLP
Hay 2 condiciones que respetan estos textos:

1-Siempre, antes de escribir, tiene que existir una idea a comunicar, un pensamiento. Esto es básico y válido para la escritura como para cualquier forma de arte.

2- Si hay una idea o un pensamiento, hay pocas formas mas atractivas de transmitirlos que con un cuento. No solo es mas entretenido, sino que amplía el número de receptores que pueden acceder al metamensaje, es decir, a aquello que se quiere decir.

Saludos.-